Ayer quedamos algunas amigas para
ir a Ampudia, un pueblo de la provincia de Palencia. Era el cumple de otra
amiga, Loli. Y ni cortas ni perezosas allá que nos presentamos.
Ampudia es un pueblo con mucha
fama en toda la comunidad de Castilla y León, por su belleza, por su castillo,
por su gente.
Loli tiene una casa rural allí,
CASA RURAL “ATIENZA”, c/ Duque de
Alba. Es una casa rural típicamente castellana, con la distribución y la
decoración de las casas palentinas de nuestros abuelos. Me gustó por su estilo,
por la cantidad de detalles que tiene, las fotografías que adorna sus paredes.
Personas reales con historias reales, que pisaron aquellos suelos y que
vivieron entre aquellas paredes. Lo que le otorga un cierto carácter.
El encanto de sus habitaciones es
que son las de antes, aquellas que
con seguridad muchos recordaréis, un dormitorio con un pequeño saloncito (por
su puesto cuentan con baño!!!). Son habitaciones con encanto llenas de pequeñas
curiosidades. Todos los rincones estan llenos de historias,
Posee, sin embargo, todos los
“detalles” que debemos agradecerle a la modernidad, y que tanto necesitamos, no
os preocupéis……
La comida es casera, es Loli
quien la prepara, y cocina como los ángeles….., solo si os dais una vuelta por
su restaurante podréis entender los puntos suspensivos.
Tiene un comedor grande, y
comedor más íntimo, este último es el que yo os recomiendo, una especie de
bodega, muy bonita, donde aparte de degustar de las más exquisitas viandas, se
puede disfrutar de veladas musicales. Por allí seguro que anda un señor con
cara de buena persona, con una guitarra a cuestas,…es su marido.
Ah!!! Se me olvidaba hablaros de
su jardín con una terraza que es lo más envidiado en esta época de año, un café
(o algo más fuerte….), en estas noches, debe ser como estar en el paraíso.
El pueblo está lleno de
posibilidades, nosotras fuimos a través de Cigales (un pueblo todavía en la
provincia de Valladolid), la carretera ya es un preludio de lo que nos vamos a
encontrar: una carretera estrecha, de esas que nos obliga a moderar la
velocidad obligándonos a disfrutar del paisaje.
Estamos en plena Tierra de
Campos; ese campo castellano, el de siempre, ese campo amarillo lleno hileras
de hierba seca, de sus segadoras levantando polvo, de sus empaquetadoras, de
sus señales advirtiendo de la presencia de animales salvajes sueltos, como
jabalíes con sus crías….., la visión de los molinos del parque eólico nos acompañó
gran parte del camino,…..
Y,……., de repente, allí está
AMPUDIA, un pueblo no muy grande, tranquilo. Entramos a eso de las cinco y
media de la tarde y parecía como durmiendo la siesta en esas horas angostas de
un tarde de verano. Y que irá despertando lentamente de su letargo a medida avance la tarde. Y llenándose de gente tranquila andando por sus calles o
sentadas en sus plazas.
Es pueblo……agradable,….. sí, creo
que es el mejor calificativo: agradable.
Desde que
damos la curva y enfilamos la visión del pueblo se divisa su antiguo señorío, y
podemos ver la Colegiata de San Miguel. Con su torre, a la que los lugareños
llaman la “Guirandilla”. Os dejo la
respuesta pospuesta a vuestra visita, será simple saber porque.
La
Colegiata se ve absolutamente desde todos los puntos del pueblo, desde todos.
Incluso desde la carretera que nos lleva al Convento.
Sin
embargo, el primer edificio que vemos es el Castillo, edificación militar del
s.XV. Que conservan en perfecto estado, con su puente y todo. Empezamos con los restos de la muralla que nos saluda desde el pasado
Estos son cañones, no se ven a primera vista, estan situados sobre una pequeña loma, a los pies del Castillo; no os los olvideís!!!!
Entramos en él atravesando unas
calles muy curiosas, cuidadas, llenas de soportales típicos y pintorescos, sin
duda.
Pese a todo esto que os que
contado, es un pueblo con mucho que ver
y con mucho que hacer…. Puedes también visitar su Museo de Arte Sacro, en un
antiguo Convento de San Francisco, s.XVI, perteneciente al Duque de Lerma.
Esta en la misma plaza de la casa Consistorial,
Y, a las afueras del pueblo, se encuentra el
Convento de Nuestra Señora de Arconada, donde todavía reside un grupo de monjas
cistercienses.
Aquí tienes un pequeño comedero,
una zona para dar un paseo y la tienda de la congregación en la podrás adquirir
sus extraordinarias pastas y algún que otro recuerdo.
Esto es a groso modo y desde mi
humilde visión, este pueblo, solo me queda una efusiva recomendación y seguro
que encontrareis un montón de cosas que yo no vi.
Dentro de este fantástico marco, está
el negocio de Loli, hasta allí fuimos a celebrar su cumple: Dioni, María y su
hijo de 6 años -Aquilino- y yo. Allí nos reunimos con Mª Luz- una amiga de
Loli- y lógicamente con la cumpleañera. Y
allí pasé una de esas tardes que se recuerdan con el paso del tiempo, pasando
una tarde de verano en Castilla; charlando, visitando la casa rural, riéndonos,
y por supuesto disfrutando de la mano culinaria de Loli; empezamos con un café
con dos tartas: una de chocolate con relleno de chocolate y virutas de
chocolate y otra de queso. Si tuviese que decidir…., creedme si os digo que
sería materialmente imposible. Solo os puedo decir que te apetecía coger las
tartas sentarte con ellas y un tenedor y empezar….., y levantarte cuando se
acabasen. Parar solo para paladear el café. Qué os parece exagerado? Vale, pues
acercaros, pedir una ración y luego me contáis….
Por supuesto, que no acabó aquí,
finalizamos la tarde con una tortilla de patatas con cebolla y
calabacín…..extraordinaria. De esta, sí podréis encontrar la receta ya colgada
en el blog.
Una tarde en la que nuestro mayor
problema era si las tartas estaban demasiado dulces, o si el perro
mordería a Aquilino (el hijo de María,
un crío de 6 años), o sería Aquilino quién mordería al perro. Disfrutando de la
velada amenizada por los cantos de Aquilino como regalo para Loli y disfrutando
viendo al crío bailar jota castellana, derivando como suele pasar en estas
reuniones en los años, los hijos……